Deben ser frescos y ligeros para no saturar el paladar antes del plato principal.
Jamón y embutidos
Vino tinto ligero o espumoso rosado. Que aporten un toque afrutado y refrescante que combina bien con los sabores salados.
Ensaladas con vinagreta
Vino blanco fresco y aromático. Estos vinos tienen una acidez que complementa la vinagreta y resaltan los sabores frescos de las verduras.
Verduras a la parrilla o asadas
Vino blanco con cuerpo o tinto ligero. Ambo combinan bien con los sabores ahumados y tostados de las verduras asadas.
Pates y Foie Gras
Vino dulce o fortificado: Sauernes o un Pedro Ximenez. Estos vinos dulces crean contraste perfecto con la untuosidad y riqueza del foie gras.
Carnes rojas
Vino tinto cuerpo completo: Estos vinos tienen taninos fuertes y buen cuerpo, lo que ayuda a equilibrar la intensidad de las carnes rojas.
Vino tinto DO Rioja Coto de Imaz reserva
Carnes blancas
Vino blanco o tinto suave: Son vinos con un sabor fresco y afrutado.
Pescados grasos
Vino blanco o rosado: Ofrece frescura sin opacar el sabor del pescado.
Mariscos
Vino blanco ligero: Albariño o vino espumoso. Estos vinos aportan frescura y una acidez que limpia el paladar.
Es ideal seleccionar vinos que sean dulces o con un toque de dulzor para complementar sabores. El vino de postres debe ser tan dulce o un poco más que el postre en sí para que los sabores se complementen.
Postres de chocolate
Vino tinto dulce: Un Oporto. Estos vinos intensos tienen la dulzura y la profundidad para equilibrar el amargor de chocolate.
Postres con frutas
Vino blanco o dulce o espumoso para realzar la frescura y dulzor natural de las frutas.
Postres cremosos (natillas, helados)
Vino dulce o de cosecha tardía: la acidez de estos vinos corta la cremosidad y complementa el dulzor del postre sin ser empalagoso.
Postres con frutos secos
Vino fortificado: un Pedro Ximénez o un vino de Jerez dulce. Estos vinos son intensos y aportan un sabor que armoniza bien con los frutos secos.